“Era una fría mañana invernal. Desde la calidez de la chimenea, contemplo el blanco paisaje. Un mullido manto nevado envuelve la desnudez de los árboles. Del invierno, me gusta su silencio. Esa irresistible invitación al sosiego, a la calma, a la quietud. Tras los cristales, el ritmo de la naturaleza parece detenerse. Un estado latente que invita a la reflexión, a la revisión de antiguos hábitos, a la actualización de viejas creencias. Es un tiempo para aprender a ir más lento, o incluso, a parar. Y cuando descubres cómo hacerlo… conviertes el hábito de parar en un confortable estado de bienestar”.
¿Sabes que los hábitos tienen un doble filo?
Se estima que casi la mitad de las acciones que realizamos diariamente son hábitos. Mediante estos comportamientos “automatizados”, resolvemos los problemas o satisfacemos las necesidades que afrontamos habitualmente, con el menor consumo de energía y esfuerzo posible. Esta capacidad que tiene nuestro cerebro para programar hábitos, representa una valiosa estrategia de adaptación al medio. Los hábitos nos permiten liberar una gran parte de nuestra capacidad cognitiva consciente para dedicar la atención a otros procesos cognitivos.
Sin embargo, los hábitos también implican importantes desventajas. Cuando nuestro comportamiento se vuelve “automatizado”, dejamos de prestar atención a lo que estamos haciendo. Eso es lo que sucede, por ejemplo, al convertir en hábitos nuestras relaciones con el entorno y los demás seres que nos rodean. Incluso con aquellos que más amamos. Y además, conforme pasa el tiempo, hacemos de nuestros hábitos una rutina. Es entonces cuando nuestras acciones se vuelven menos interesantes, menos satisfactorias. Nos terminan por aburrir y desmotivarnos. Por otra parte, cuando llega el momento de tomar decisiones, el hábito siempre prioriza la satisfacción inmediata del deseo. Es algo que debes considerar cuando te planteas recompensas a largo plazo. Así pues, los hábitos permiten mantener un comportamiento pero nos impiden progresar. Tienen el gran inconveniente de dejarnos anclados ante un escenario vital que cambia continuamente.
“Cada deseo de cambiar de hábito está unido al anhelo de cambiar tu estado interno…
Lo que deseas no es el hábito en sí, sino el cambio de estado que trae consigo”
(James Clear)
¡Los pequeños hábitos generan una gran diferencia!
El especialista en formación de hábitos de larga duración JAMES CLEAR (2022), nos propone un método para construir o moldear mejores hábitos. Se trata de un proceso continuo de mejora, buscando siempre la siguiente manera de ser un 1% mejor. Para ello, aporta una serie de estrategias, herramientas y claves que nos pueden ayudar a realizar pequeños cambios con resultados extraordinarios. Para J. CLEAR siempre que quieras mejorar un hábito, deberás encontrar repuesta a las siguientes cuestiones: ¿Cómo hacerlo obvio? ¿Cómo hacerlo atractivo? ¿Cómo hacerlo sencillo? ¿Cómo hacerlo satisfactorio?
La formación de un hábito automático es un proceso que implica una secuencia ordenada de pasos: una señal desencadena el anhelo, el deseo motiva la obtención de una respuesta y la respuesta nos brinda la recompensa. A través de una secuencia repetida de ensayo-error y un aprendizaje mediante un circuito de retroalimentación. El objetivo de este mecanismo de aprendizaje es repetir el comportamiento mediante el cual obtenemos más recompensa o placer en el futuro. Se trata de una sencilla pauta de actuación que guía nuestro comportamiento.
“Un pequeño cambio en tus hábitos cotidianos puede conducir tu vida a un destino completamente distinto”
(James Clear)
Las neurociencias nos revelan que este proceso se basa en la activación de nuestro Sistema de Recompensa Cerebral (SOUSA & GÓMEZ, 2020). Así, cuando nuestro cerebro detecta una ganancia potencial, se acelera la producción de dopamina “la hormona del placer”, el neurotransmisor que activa el núcleo accumbens, impulsándonos a acercarnos hacia aquello que emocionalmente etiquetamos como agradable o placentero y motivándonos a actuar para conseguirlo. Y también puede tener el efecto contrario. Estudios recientes han verificado que este mismo proceso se aplica, de igual manera, a las experiencias desagradables. Se produce una disminución notable del nivel de dopamina y este activador deja de operar en el núcleo accumbens, generando una sensación de dolor. De este modo aprendemos a evitar aquellas situaciones desagradables.
Si quieres cambiar un hábito, procura evitar hacerlo cuando estés sometido a un alto nivel de estrés. También debes tener en cuenta que resulta más sencillo crear un hábito nuevo, que sustituir un hábito por otro. Para conseguir el cambio con éxito, recuerda reemplazar el hábito antiguo por otro que sea beneficioso y te proporcione la misma recompensa.
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Convertimos los hábitos en procesos conscientes, paso a paso.
Cambiamos tu ambiente para crear el nuevo hábito positivo.
Hacemos del nuevo hábito un juego.
Avanzamos con pequeñas dosis de gratificación inmediata hasta alcanzar el destino final.
Somos la “tribu” que compartimos tus mejores hábitos.
Con emonatura TÚ sientes el cambio!!!
Ilustración original © Emonatura (2023)
REFERENCIAS
– CLEAR, JAMES (2022) Hábitos atómicos. Cambios pequeños resultados extraordinarios (18ª edición) Ed. Planeta.
– SOUSA, I. & GÓMEZ, D. (2020) Neurociencia aplicada al coaching. Ed. www.triunfacontulibro.com
¡Qué los árboles no te impidan ver el bosque! (En el próximo artículo)